Me bajaste en mi computadora
la música que llevás
en tu mp3.
Te va a gustar,
me dijiste.
Y ahora,
cada vez que la escucho,
voy en el subte A
a tu trabajo
con vos.
Miro la plaza
Congreso
desde la
ventana de tu oficina.
Regreso a tu casa,
cada noche.
Entro y pateo
tus libros,
corro tus discos
y me acuesto al ladito
tuyo.