MATRERO

A Daniel Elías

Zorzal de mi monte,

pájaro sin nido,

voy como atraído

por el horizonte.

 

Viajo sin destino

y a veces me amargo

pensando que es largo,

muy largo el camino.

 

Acaso mi huella

se apaga o rutila…

Llevo la pupila

fija en una estrella.

 

No sé de mi vida

sino lo que cuenta

la hora sangrienta

de una vieja herida.

 

Para mi cabeza

pesada y sombría

no hay sabiduría

como mi tristeza.

 

Cuando el desconsuelo

me da su quebranto,

suspiro y levanto

los ojos al cielo.

 

Si de una campana

me llega el repique,

mi alma de cacique

se siente cristiana.

 

Me ofrecen los talas

la sombra del nido

y el pájaro herido

descansa sus alas…

 

Y así, dolorido,

voy dando mi canto,

con algo de santo

y algo de bandido.

 

¡Oh, mi linda selva,

mi selva querida,

cúrame esta herida

mortal cuando vuelva!

 

Dura pesadilla

del rodar en vano…

¡Cuánta maravilla

lejos de mi mano!

Mi patria cuchilla,

mi monte entrerriano!