FRANCISCO RAMÍREZ

Comandante del Arroyo de la China

del que algunos dicen

era achinado y retacón

al que le bastaron tres años

para armarnos de coraje hasta el final

y los gurises que aprendieron a leer

en las escuelas fundadas

                                    por el oscuro montonero

cuando fue Supremo de la república de Entre Ríos.

Bravísimo soldado caudillo

                                        peleó allá

donde el amor se llamó Delfina

y murió con el pecho al aire.

 

 

Carreras armaba “La gaceta federal”

boletín de sumario formato

capaz de contaminar las explosiones

y quienes lo seguían

                              peleaban

por nada al mes y dos metros de tierra

sus nombres

quedaron olvidados mal muertos

la chamarrita apenas

para el gran valiente don Anacleto Medina

 

 

 

(Si viera esto hoy, si fuera posible

si nosotros

si supiera acaso del sargento borracho

de los generales con olor

si leyera largo de rufianes

en busca de la gloria con métodos feroces…)

Pero vino Ibicuy y mayo del dieciocho

y octubre de mil novecientos diecinueve

y vino al fin la batalla de un minuto

a ochenta leguas de Buenos Aires

la pirámide de mayo

                              palenque

para hieráticos pelo duro

símbolo de la molestia de los años.

Fueron a poner la mano ardiendo

sobre las secas ceremonias promulgadas

contra los tristes pobres pueblos su dolor.

La peluca

encontró el método propicio

como hasta hoy

                       las ratas

se hacen solidarias

cuando el piso se les pudre.

Pero cómo pudo usted

cómo pudo creerles, San Francisco Ramírez?