EL JARDIN DE DON TOMAS

En principio fue el

tapizado de verde

cercado

por el descenso de las aguas

del bautismo

e íntimamente surcado

por hilos que ignoraban

su póstuma excelencia

pero igualmente

                     plenos

de diálogos azules.

Fue luego la fiesta

del sauce y del arroyo.

El éter de las golondrinas

para revivir, después,

en el arroz

o en las colinas

de la otra orilla.

Y revive aún

contra los avances del cemento

y “los cruces” aéreos o

                                   subfluviales

para nutrir la vida

con un tesoro intacto.

Aire para mantener

el secreto de los montes

y las albricias del lino

que no se abandonan

como quien habita

el sitio de su origen.

 

Arroyo Hondo  (e/ríos)  -  1977