CONTRIBUCIÓN A LA HISTORIA DE ENTRE RIOS

Delfina

no era hermosa

ni era brava.

Era mujer.

Pancho

no era injusto

ni violento.

Era hombre.

Qué cosa este hijo

de doña Tadea Florentina.

 Veinticuatro años después

de la  revolución de mayo 

comandante del Arroyo de la China.

Qué cosas

que historias nos dejó.

Ahora

          no las letras

enseñadas por Mariano Agüero

sino el tiempo

                         lo recuerda.

Eusebio Cardozo

hubo de saber

de sargentas jinetas

sobre la herida de su brazo.

Sí, sí, el mismo

que mostrando su sangrante sable

sólo pudo decir

-Este volteó a tres…

Qué cosa Plutarco y sus vidas…

Pero

          quiérase creer

Entre Ríos

no eran las lanzas tumultuosas

ni la barbarie

en pié de oponerse

a ciertas civilizaciones

del olvido y la traición.

Era la libertad

que cruzó el Paraná

por la Bajada.

La simple libertad

frente a los testículos

que se aburren sin perdón.

Era Carpincho, Guarumba

y Romualdo García y Mansilla

de ordinario

llenos de “malicia”

pero que se jugaron

y ahora el eje cruje

y se inflama

y los espera.

Lucharon con dificultades

que ahora se dicen no existir.

Pero también vino la derrota.

Y vino, maldita sea, la derrota.

Charrúa, un mestizo sabio en rastros

advirtió su cercanía. 

Y Anacleto…

y San Francisco Ramírez

y Delfina ya están tristes.

Pero no perdieron.

Pero no ganaron, tampoco,

López y el puerto.

Todos conocimos la derrota

la noche del dolor y las angustias.

Ahora, asimismo,

todos miramos las estatuas rotas

y volvimos al camino del peregrinaje

y queremos morir

sobre nuestros pies

Entre Ríos

confraternizando

con tus arroyos.

 

Alcaraz  (e/ríos)  -  1976