LO FUGAZ DE AMARTE

La duda no se apodera de mí, me sumerge en tus latidos.
Todas mis creencias las perdí; lo que me sostenía, en fin, mi identidad es tu nombre.
Soy culpable de amarte así. Sos la artesana de mi oscuridad y la luz de mi eternidad mortal, que es el oxígeno de mi propio decidir, es la fuerza que me lleva y es testimonio de mis conocidas lágrimas humanas que entran en tu alma.
Yo no soportaría que el amor sea una utopía universal, yo tendré manos iluminadas para contenerte con mi voz, en ecos hacia tus ojos, te hablarán; es lo que me envuelve.
Es el éxtasis de tu carácter comprensivo e informal; los vientos de los océanos me refrescan en tu esencia siempre, cuando soplan hacia lugares fabulosos y bellos.
Elegí este destino; tu neblina muere en mi tierra conquistada por tus pasos y tus suspiros sin ideas, palabras, fronteras ni credos, locamente enamora­dos. Son tan fuertes que entran en mi mente.
Nada me separa de ti, aunque este cansancio no me debilita y no puede so­plarme hacia los acantilados vacíos y llenos de depresiones malditas, porque el límite de los muertos vivos es original de vivir.
Son los días en que no especulo, es delirante.
Y   es verdad que amarte me cura el corazón herido por la soledad.