"LA PROVINCIA SE REITERA EN MÍ: UNA POÉTICA DE LA DES-TERRITORIALIZACIÓN EN LA OBRA DE EMMA BARRANDEGUY" - POR HERNÁN HIRSCHFELD

La provincia se reitera en mí: Una poética de la des-territorialización en la obra de Emma Barrandeguy[1]

 

Por Hernán Hirschfeld[2]

 

Si Emma viviera, sabría que cada vez que se la recuerda, mi lugar visible es a su lado. Fui, con ella, antes que nada, vecino, y ambos bendecidos por ‘ser de Gualeguay’. Ella sabía (me consta) lo que implica esa responsabilidad, nada menos que proceder del mismo pago que Juanele, Mastronardi, Veiravé y quién sabe cuántos que vendrán.

 

Juan José Manauta, Apuntes poéticos (2016).

 

            Esta breve intervención pretende traducir un puñado de inquietudes en escritura. Inquietudes que fueron conformándose principalmente -antes del ámbito académico- en un espacio de formación comunitario, el de la biblioteca de la Asociación Civil Barriletes de la ciudad de Paraná. Por esa razón quiero que el desarrollo de lo que voy a contar a continuación contenga la investidura de alguien que busca mediar un objeto literario en un taller y no tanto enseñarlo en los términos estrictos de una clase. En ese sentido, el problema que quiero traer a estas jornadas tiene que ver con algo que pasa cuando llevo los poemas de Emma Barrandeguy a un taller. Sea un taller con niños, sea un taller con adultos, en escuelas o en talleres de escritura, en mayor o menor medida los temas que aparecen durante la lectura de su obra apuntan hacia el mismo lado: hacia lo problemático del lugar de una mujer que escribe, una mujer que escribe y que es del interior de la provincia. Lo que quiero hacer en esta instancia es ver cómo esa posición incómoda, esa posición de borde, es productiva para hacernos preguntas sobre el canon y dimensionar el terreno inestable de los géneros literarios, teniendo en cuenta además, la responsabilidad particular que ocupa su posición de escritora en la constelación de Manauta, Mastronardi y Juan L. Ortiz, entre otros.  

            Con esta pauta, voy a tratar de dejar por escrito un par de preguntas respecto de esa posición de borde, ocupando la mirada de tallerista y estudiante universitario a la vez. Y dado que el tiempo es limitado, centrarme sobre una obra: su novela autobiográfica Habitaciones (2002). Digo novela autobiográfica tomando literalmente las palabras de la autora, donde interpreto que ella misma se coloca en una posición dialéctica tanto en el canon como en los géneros en los que busca inscribirse. A propósito de la noción de género, recupero una definición que el filósofo Jacques Derrida (1980) realiza en La Ley del género: "Un texto no pertenecería a ningún género. Todo texto participa de uno o varios géneros, no hay texto sin género, siempre hay género y géneros, pero esta participación no es jamás una pertenencia." (p.10)

           Ingresar a la obra de Barrandeguy con esta cita como lupa nos habilitaría a reparar en, al menos, dos cuestiones: 1) Dimensionar la heterogeneidad de géneros en los que Emma se inscribe –poesía, teatro, novela, ensayo- y 2) cómo esa diversidad de géneros conversa entre sí. Frente a esta diversidad, es recurrente encontrar narratemas (Kristeva, 1999): escenas o relatos que se materializan en distintos géneros pero que están unidos por su contenido. Por ejemplo, el trastocamiento de la dicotomía provincia/capital o el cuestionamiento de determinadas construcciones sociales vinculadas con la sexualidad. Volveré sobre esto más adelante.

            Si uno de los problemas que me planteo en este momento tiene que ver con la diversidad en la forma de su escritura pero no en la de su contenido, ¿por qué elijo Habitaciones como eje y punto de partida en esta lectura? ¿No bastaría con seleccionar cualquier texto de este corpus y repetir un procedimiento? ¿Qué es lo singular que presenta este texto entre toda la producción de la autora?

            La razón por la cual comienzo por  Habitaciones se presenta en un rasgo autopoético, como lo mencioné anteriormente: Emma hace una alusión explícita a que su escritura forma parte de una novela autobiográfica, y este rasgo no sólo es singular por la cualidad genérica (en este caso con el cruce del género autobiográfico y novelístico a la vez), sino que además existe una cualidad anacrónica de su publicación: la novela se escribe a mediados de los ‘50 y se publica poco más de cuarenta años después. Diana Bellesi (2002), quien escribe la reseña en la contratapa del libro, anuncia: “Cosmopolita y provinciana, refinadísima en la observancia de los detalles, irónica y por momentos ingenua, o quizás sostenida en la paradoja de la contradicción asaltando varias décadas de historia argentina con mirada inteligente pero intimísima a la vez.”  La conclusión de Bellesi llega al texto con la siguiente acotación: en vez de instalarla en la tradición, la publicación de esta novela la coloca directamente “fuera del canon”.

            Vamos al texto. Dice María Moreno en el prólogo de Habitaciones que es posible leer en la novela una duda matriz: Emma Barrandeguy se ubica en el recorrido de una intelectual que no es porteña y que al mismo tiempo tampoco es provinciana[3]. Es quizás desde ese lugar incómodo donde se puede comenzar a ensayar otra pregunta: ¿cómo se puede escribir sobre la provincia sin pertenecer –en palabras de Derrida- a su territorio y a sus reglas?

Me detengo en uno de los primeros capítulos de la novela, que se llama La provincia:

Volvemos al campo al anochecer. Siempre el campo está un poco mezclado a todas mis cosas. La provincia se reitera en mí, no la interrumpo, convive con mi Buenos Aires querido, paso allí todas mis vacaciones, recuerdo rigurosamente las fiestas familiares, me aburro, me deslumbro, oscilo, como siempre. Vuelvo del campo, al campo, pienso en el campo, ando por el campo (Barrandeguy, 2002:97)

            Esta participación sin pertenencia se vincula con lo que mencioné anteriormente sobre las dicotomías. Parecería que la provincia antes de ser un país –pienso en las palabras de Alberto Gerchunoff, por ejemplo- sería algo que se lleva inscripto en el cuerpo y que es continuamente susceptible de ser incorporado, como si el cuerpo fuera un texto. Esta hipótesis se inscribiría dentro de la definición que Beatriz Sarlo hace sobre Juan L. Ortiz sobre el regionalismo: no se está escribiendo desde la mimesis del paisaje pintoresco y el factor verosimilizante de ese territorio, sino que se busca una semiosis, qué se hace a partir de esos objetos, cómo se construyen las subjetividades desde ese espacio y esos elementos. Vayamos a un poema de Refracciones.

 

La onda verde

“A partir de aquí continúa la onda verde”.

Mientras no sepamos qué quiere decir este signo,

mientras no sepamos,

vamos a pensar en la onda verde

de los talas y los ceibos de la provincia,

en la onda verde de los linares,

en la onda verde de los pajales en verano,

en el verde engañoso de los bañados.

Mientras no sepamos.

Tal vez la onda verde que nace en Pueyrredón

signifique una hilera de semáforos

dando paso más rápido a los autos,

tal vez corran tras de la onda

los feroces colectivos.

El signo es lo que determina nuestro mundo

pero mientras no sepamos

qué nos indica,

imaginemos los pastos,

las ondas del mar en algunas playas del Uruguay,

las cañas de azúcar moviéndose en el viento,

todas las ondas verdes del mundo,

y olvidemos que tal vez este signo,

este código ciudadano,

no tiene otra función

que regular las oleadas mecánicas

para que los autos

avancen más veloces, más seguros

hacia ninguna parte, hacia ningún destino,

hacia el día pausado que ya nos sobreviene

en gotas de petróleo entre ira y violencia.

 

            De nuevo, la marca de la dicotomía provincia/capital está allí para contar otra cosa. Tomar ese signo, como dice el poema que leí recién, y llevarlo a otra cosa, en otro aspecto o sentido, forma parte de una de las operaciones en las que se puede participar sin pertenecer a la vez. Queda por indagar de qué manera esta lógica interactúa en otros aspectos de su obra como su obra de teatro o la reciente publicación de sus escritos periodísticos[4]. Por el momento podemos decir que el género en Emma Barrandeguy, y su inscripción al canon no correspondería a la noción clásica de la misma y ni siquiera a los géneros discursivos de los que habla Batjin. Antes de una cadena dialógica, su producción artística puede ingresar dentro de una orgánica particular. No existen textos que funcionen por sí solos de forma aislada, ya que si los tomamos por separado no mostrarían la multiplicidad de sentidos en los que es posible inscribirse. Esta suerte de continuum, es la que posibilita la realización de nuevos conceptos e ingresos a la obra de Emma Barrandeguy, a pesar de que su obra esté instalada hace tiempo en esta biblioteca imaginaria de escritores.

Un argumento como este, sostenido desde el concepto de semiosfera de Iuri Lotman, es el que desarrolla María Teresa Andruetto en Hacia una literatura sin atributos para mostrar los riesgos de pensar un canon como algo estático, como una ‘vara para hacer mediciones’ entre lo que sería literatura o no. Lo que haría mi lectura finalmente es mostrar ese riesgo, ya sea para pensar el canon como una vara o como una posibilidad de problematizarla en las aulas de literatura. Termino con las palabras de Andruetto (2009):

 

“Es siempre dialéctica la relación entre lo canonizado y lo no canonizado en una cultura y ese movimiento permanente, hace que los que están fuera tiendan a ocupar el centro y pugnen por insertar sus modelos desplazando a otros que están dentro, porque no existe centro sin periferia y ‘lo literario’  en cada caso, tiempo y lugar, precisa de lo ‘no literario’ para definirse. De modo que todo canon necesita de la amenaza exterior -la amenaza de lo no canónico- y es de ese exterior no canonizado de donde provienen las reservas de la literatura que vendrá” (p. 7)

 


 

Bibliografía

Andruetto, M. (2009): “Algunas cuestiones sobre el canon” en Hacia una literatura sin atributos. Córdoba: Editorial Comunicarte, Ed. 2013.

Barrandeguy, E.(2002): Habitaciones. Buenos Aires: Catálogos.

                             (2009): Poesías completas. Córdoba: Ediciones del Copista.

Derrida, J.(1980): La ley del género. Glyph, 7. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1980. Trad. Ariel Schettini. Disponible en: https://profesorsergiogarcia.files.wordpress.com/2016/03/derrida-jacques-la-ley-del-genero.pdf(ult. vez consultado: 15/08/17)

Hirschfeld, H. (2016): “A mí dejenme acostumbrarme a la soledad, notas sobre la poesía de Emma Barrandeguy” en El libro del jardín.  Paraná: Ediciones Barriletes.

Kristeva, J.(1999): “La vida es un relato” en El genio femenino. 1. Hannah Arendt Buenos Aires: Paidós, 2013. Trad. Jorge Piatigorsky.

Lotman, I.(1996): "Acerca de la Semiosfera” en La Semiosfera I. Madrid: Cátedra.

Sarlo, B. (2007): “La duda y el pentimento” en Escritos sobre literatura argentina. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

 


 

 

[1]Texto presentado en las Primeras Jornadas de Literatura Entrerriana “Nuestros escritores, nuestro canon”, realizado en la Universidad Autónoma de Entre Ríos los días 29 de agosto, 4 y 13 de septiembre.

[2]Estudiante avanzado del Profesorado y la Licenciatura de Letras (UNL-FHUC), actualmente integra el Grupo de Investigaciones Semióticas (GIS-UNL) en calidad de adscripto en investigación.

 

[3]“una reflexión sobre el destino de una intelectual que no es porteña y no por eso concedió en jugar de regionalista” (Moreno, 2002:9)

[4]A propósito de este trabajo, la investigación de Evangelina Franzot (EDUNER, 2016) repara sobre el problema de la clasificación de su obra periodística in situ: “su escritura en El debate Pregón, como en el resto de su obra, no siempre admite clasificación ni cómodas etiquetas. Su producción camina frecuentemente por los márgenes de la tipificación genérica, y es este uno de los motivos por los que decidimos presentar en este volumen su producción periodística organizada cronológicamente; hubiera sido muy difícil, si no imposible, hacer una clasificación por género o temáticas” (Franzot, 2016:16)