Revista La Guacha Poesía. Especial sobre el Litoral. Nº 50, junio 2019

Pedimos a la poeta Stella Maris Ponce, nacida en Concordia, que nos cuente su relación con el paisaje del litoral y cómo influyó en su poesía. Ella, generosamente, comparte su visión. De yapa, transcribimos un poema de su libro Rituales de la Noche.

El paisaje, ligado a la tradición literaria de Entre Ríos y del litoral, aparece en mi poesía pero más como inspiración que como tema,  diría una motivación, una forma de respirar el entorno y situarse a partir de él para hallar un tono, una música desde donde decir. Es una búsqueda que supera el paisajismo y da lugar a otro cauce en la creación. He disfrutado a Juan L. Ortiz y a Mastronardi, a Alfredo Veiravé y a Arnaldo Calveyra.  Me despertó gran curiosidad la poesía de Marta Zamarripa, en mis comienzos. Sin embargo no puedo hablar de influencias, salvo en tanto que toda lectura, como lo que uno vive, es parte de lo que se escribe. Creo que al menos en el momento de escribir, no soy consciente del lugar desde donde lo hago, tal vez sí en una revisión posterior. O frente a la lectura de otros, de mi obra. Por ejemplo, María Rosa Lojo, al comentar mi primer libro, Rituales de la Noche, dijo: “Stella Maris es, sin duda, una poeta fluvial. Los poetas fluviales suelen ser ligeros, luminosos y profundos”. A mí me sorprendió esa definición. También el comentario que hizo Alejandro Bekes a propósito de mis Spirituals: “La primera de las virtudes de la poesía de Stella es la de hacer silencio en torno… se siente ese ámbito de recogimiento en que se abre paso la palabra poética”. Son dos devoluciones muy generosas, que agradezco y cuyos conceptos me hicieron repensar mi escritura. Hay un elemento que sí reconozco y es el de la contemplación de lo cotidiano, el detenimiento, la pausa asociada al silencio y a la reflexión para crear. Y en relación con eso, también otro leitmotiv que sigue presente: Un recorrido paralelo entre la voz de la escritura y la voz del canto. Ambas en un proceso  de exploración y convergencia que pongo en conjunción cuando leo y canto, cuando reúno poesía y canciones en mis recitales.

Un poema

Yo vi nacer la luna desde el fondo del río.
Enorme. Amarilla.
La vi asomarse con bordes nítidos y sombras inciertas.
La ví envolverse ella misma con un manto sepia
Y vi a la noche extenderse más allá del límite
para contenerla.

Luna. A la luna y a las dos y a las tres…

Ya sube, pierde peso, se vuelve blanca.
Levita sobre el río la luna llena.
El agua se llena de luna.
Abre su lecho el río.
Se recuesta la luna.
Esparce su luz sobre las piedras
y se hace espuma.
 
(de “Rituales de la noche”, Ediciones Ríos al Mar, 2002)