Límites

Quédate en el límite del día
en su trama de dioses amaestrados
y dragones ingenuos,
entre sus ciertos,
desgastados bordes
quemados por el sol de la cordura.
Ata la sombra a tu piel
y que no huya
cuando vuelvas de este lado la mirada.
Apaga en tu corazón
el tumulto de ese tren que pasa
armando un horizonte
que no has de tocar.
En tu deseo de morir
clava una lámpara.
Una espada en el centro de tu sueño.

Y por favor no olvides
amarrar a una piedra tu memoria.

 

De "Los habitantes de la memoria" (1975)