Lo llamaron el justo
por la equidad difícil
de igualar en la balanza deslumbrante
el sol pesado y la delgada sombra,
el nudo de reptil y caracol
y el cielo desprendido.
Y qué decir del oficio
de decretar la partición del día:
una mitad para la herida.
Otra para el dolor.
De "Los habitantes de la memoria" (1975)