ACERCA DE "SOLO DE MATE PARA DÍAS DE POCA YERBA", POR CLAUDIA ROSA

PARA ANALIZAR LA POESIA SOCIAL: MARTA ZAMARRIPA

Para entrar en  Solo de mate para días de poca yerba no se necesita de ceremonia, lo ritual es lo evidente. El pacto con el lector es a  primera vista: son poesía para ser dichas en voz alta. Hay libros que necesitan de la camaradería del cuarto de trabajo para ser leídos, otros piden la complicidad de las sába­nas, los poemas de Martha Zamarripa se  leen en las veredas, en las plazas.

       No digo mi canto sino a quien conmigo va - reza el epí­grafe.

      Su poesía parece recordar con testarudez que hay una co­rriente lírica que se resiste a secarse  para quien quiera oír que oiga. En las esquinas incrédulas del poema, Marta Zamarripa, bautiza "con voz de incendio" la indignación, la lucha, las esperanzas y " siempre con un poema en la manga" sale a gritar a los cuatro vientos.

    Detrás de más de un poema uno sospecha que el destino de la palabra está unido a la utopía. Nos recuerda que la autocompasión o el lamento nostalgioso no son útiles para seguir escribiendo. Opta entonces por el mazazo, el grito, de los que siguen estando en el mundo a pesar de todo. Entonces la tierra es azul  y es primavera que anuncia una nueva patria matriarcal, vital, plena y combatiente.

   Esta mística del pasado y la utopía, crean un juego del cual el lector no puede escaparse.

    Solo de mate para días de poca yerba es un tipo de poesía que no puede permanecer muda- Como con los fusiles, el asunto no es trivial y el poema no debe perder su impacto:

                 Al alba  les sellaron

                con pies con cemento

 

  Y la pelambre  erizada de los acontecimientos se plasma en figuras pesadas, voluminosas, delineadas, como las de Cezanne.   El núcleo aludido y bordeado es el que está centrado en expe­riencias vitales.

Pero hay otro aspecto de su poesía que me interesa destacar: Entre Ríos deja de ser una provincia agraria, la ciudad ya no es una gran aldea,  y aparecen rincones, esquinas , cocinas, lechos de ríos, aulas vacías, veredas cuesta abajo, jardines desvesti­dos, calles con yuyitos, oficinas, terrazas con gatos. Este exilio de lo puramente geográfico pone en evidencia el carácter político de la escritura y la estatura de los hechos humanos que delata. La fuerza de esta escritura, pareciera  decir que Marta Zamarripa tiene  la íntima convicción de que las pala­bras no  lo pueden todo y apela  a  la ternura, los golpes, las caricias.: "Este es mi mensaje, leeedme!"

                                                   Claudia Rosa

 Síntesis del texto de presentación del libro, en Paraná, casi primavera de 1993. Diario "Nueva Hora".