DE FRESIAS Y PUCHEROS

Un hábito de fresias y pucheros

y agujas y botones, cuando llueve.

Y con un fondo de alfalfar, muy leve,

una niña soplando “panaderos”.

                                                            

Piensa en el hijo, lírico y viajero,

que trae el mundo en sus visitas breves.

(Nunca vio el mar, ni conoció la nieve,

pero tocó el linar y los corderos.)

 

Merodea la noche -ya lo sabe-

y en la canilla que gotea siente

que la casa se ahueca, lentamente,

y ella queda en el centro, sin la llave.

 

Fue íntima, fue joven, fue deseada...

Y hay tantas cosas donde ya no hay nada.