ÁNGELUS

“... Señor, Tu reino

                       asciende como el humo de los techos” 

Rilke

 

Mi corazón es aire, todavía;

sube, en la tarde, como un “panadero”;

y el campo, suavizado de corderos,

lo está tentando con la lejanía.

                                                  

Un limpísimo azul disuelve el día,

y en la quietud del íntimo sendero,

con ramitas de salvia y de romero,

me va aromando la melancolía.

 

Cae la tarde. El campo se desluce

tras el tenue linar. Salen al cruce

cencerros y mugidos. La arboleda

 

se acerca a nuestra casa. Se oyen rezos.

Mi madre enciende el fuego, nos da un beso

y algo asciende hacia Dios en la humareda.