POR DOMITILA RODRÍGUEZ DE PAPETTI

“Diversos calificativos podrían aplicarse con justicia a la obra de Luis Alberto Salvarezza, obra que amalgama en tumultuosa unidad visiones múltiples, míticas, históricas y metafísicas; obra que reúne en forma ambigua y angustiada la intensidad lírica y la leyenda trágica, la meditación melancólica y los impulsos dionisíacos y barrocos; obra que revela en fin ser un testimonio vivo del propio arte postulado por el autor. (“La poesía: un Centauro, confirmando que lo poético se reduce a juntar pasos secamente prosaicos a soberbias explosiones líricas. Nefele sería sinónimo de poesía. Ixión de prosa y lo poético, el resultado de ese acoplamiento”).

La suma de la realidad y de la superrealidad, la suma de lo diurno y lo nocturno, la de los instintos y la razón, la de lo relativo y lo absoluto, intenta ser la poesía de Luis Alberto Salvarezza.

En primer lugar para el autor el arte (o la poesía para utilizar el término en su sentido lato equivale a estética) es una realidad o una suma en sí misma. Porque no escinde al hombre trabajando  con la razón, sino que recurre a todo su ser: a lo racional y a lo irracional, a la razón y a la sinrazón. Se alimenta de la historia y del mito. Es el lenguaje de lo profano y de lo sagrado, de lo absurdo y lo contradictorio. Halla nexo entre la zoolatría de su “Bestiario Elemental” y la zona ambigua, dual y enigmática del hombre.

Al decir, que la poesía es un centauro nos está hablando, sin malversarlo, en absoluto, de una fuerza mítica, subyugada por el inconsciente.

“Bestiario Elemental” está compuesto por siete poemas y siete figuras análogas. Y siete en el sistema simbolista es orden completo, período, cielo. Y es también símbolo del dolor, de ese sangrar del que nos habla Vicente Huidobro desde el epígrafe del libro: “El Poeta: animal metafísico cargado de congojas, animal espontáneo sangrando sus problemas”.

Luis Alberto Salvarezza se integra –según mi punto de vista-, al actual movimiento neobarroco en la Argentina. Su expansión expresionista, su magnificencia verbal, sus alusiones culteranas, históricas y míticas, sus metáforas encendidas, sus dibujos en palabras, ciertas expresiones análogas a lo Apollinaire, revelan a mi entender, ciertos rasgos neobarrocos dignos de resaltar. No olvidemos que lo barroco como visión estructurante del mundo ha surcado la dramática duplicidad del hombre. Y en su dimensión metafísica busca religar la tierra con el cielo”.

 

                                                                   Domitila Rodríguez de Papetti