PRÓLOGO A "CRÓNICA DE HÉROES Y TRAIDORES", POR ORLANDO VAN BREDAM

Estoy cada vez más convencido de que la historia es una verdad llena de mentiras y la literatura, una mentira llena de verdades. A partir de aquí, es fácil inferir que una novela histórica, cualquiera sea su recorte, está disculpada respecto de la autenticidad de los hechos que relata porque pone en juego otros elementos más interesantes: agitaciones, nervios, gritos, fragores y desplantes que la historiografía, en su severa búsqueda, ignora u olvida. Por eso, la ficción es mucho más amable con sus lectores, les acerca un mundo posible, conjetural pero posible, como sólo el arte puede hacerlo. Y es aquí, cuando escuchamos, sentimos y comprendemos lo que los documentos no alcanzan a hacer nunca. Es la mirada comprensiva, piadosa del novelista la que le devuelve a los protagonistas de la historia, reconocidos u olvidados, su altura humana, su verdadera condición de sujetos inquietos e inquietantes.

Seguramente el mayor mérito de esta hermosa novela que Héctor Luis Castillo ha titulado “Crónica de héroes y traidores” resida en la construcción, desde lo literario, de un personaje singular, Bartolo Zapata, cuya singularidad nace del brutal contraste con una época de hombres ambiguos, arrastrados por miserias y debilidades de siempre, como la codicia, la soberbia, el doble discurso, la cobardía y la relatividad de la traición (quién traiciona a quién, cuando nada parece estar muy claro, ni siquiera para los revolucionarios de Mayo que dicen una cosa y hacen otra). Sin embargo, en este contexto, tan frecuente en la historia argentina en todas sus épocas, Bartolo es uno de los pocos esclarecidos, no desde la opinión de afuera, sino desde sus propias cavilaciones, acerca de lo que hay que hacer para salvar a la patria, su patria, su lugarcito en el mundo desde el que será posible tener una vida libre y mejor, sin ataduras a ningún amo de afuera o de adentro. Castillo elige para su novela, un gaucho olvidado que arrastra a otros gauchos, que en su osadía libertaria pone en evidencia la cobardía y la genuflexión de los poderosos y esto se paga siempre en un país como el nuestro, primero con la vida y después con el olvido, un país acostumbrado a cercenar la historia y llenarla de mentiras. Zapata representa precisamente la gran omisión, la elipsis canalla del poder, por eso “Crónica de héroes y traidores” no es sólo una gran novela, es también un acto de justicia histórica.

 

Orlando Van Bredam