El oro de la luna sobre el agua.
Imagino este verso y tal vez no sea cierto
en este atardecer sobre el agua
el oro de la luna.
La tarde muere entre los árboles
—los viejos eucaliptos cuya familia cubre
las orillas crespas del lago—
y el viento nos promete
lo que no nos hubiéramos atrevido a pedir.
Cómo se extiende el horizonte si nos sentamos junto al agua
y cómo se amoneda
visto de cerca el oro de la luna.
¿Por qué ha de ser más raro decir oro que decir luz o esplendor?
Igualmente no hay modo de decirlo
que pueda de verdad retener esta imagen.
Si nos sentamos junto al agua
podrás verla. A lo lejos
—cada vez más lejos— los viejos bosques de eucaliptos
se entenebrecen tocados por una mano inmóvil
y la noche es azul
más allá de toda palabra. La noche es azul.
El oro de la luna en el agua.