LA LENTITUD

Amamanto a mi hija y en silencio,

miro por la ventana cómo la lluvia moja

la ropa que colgué hace un rato bajo el limonero.

 

Aprendo a estar quieta.

La paciencia no pertenece al tiempo.

 

Algo empieza de nuevo

cuando no hay de dónde aferrarse

ni siquiera con una mano.