Esta es la reja alta con tres cerrojos
que abre la casa mágica de mi infancia.
Oliafraga y camelias nos reciben
y azucenas azules para el Día de la Virgen.
“No subas al aljibe que podrías caerte”.
Y sin piedad cortaban las ramas con jazmines.
Bajo un techo nudoso de Santa Rita
una violenta mata de helechos y begonias.
Con todo el pelo suelto sobre la bata
pasea entre las hojas Rosa Amantita.
En el segundo patio el “arroz con leche”
y con esta muchacha me casaré …
Carreras con patines y muchos gritos,
el jazmín de San Roque siempre amarillo.
Prendido entre la blusa jazmín del cielo
y al cortar el de leche, meloso acecho.
Obstinados perfumes de los jazmines
del Cabo, azor, diamela y aquí la estrella.
Árbol azul y blanco, guayabo fino,
desde el norte caliente juntos vinieron.
Esa gran pajarera con federales
y espantando los mistos, una guinea.
Bordeando los canteros un gato pasa.
Las sábanas tendidas, sol de la siesta.
Y la impúdica parra por sobre todo
convocando gorriones con sus racimos.