JAZZ


La trompeta me trae

a una soledad gozosa,

en la que soy niña y en que digo:

“Esto es mío” :

las hormigas,

los soldados de plomo,

el apetito inextinguible.

Allí nada es ajeno.

 

Pero este es el revés exacto

de mi vida

donde nada me pertenece

o es reiteradamente mío,

mezquino.

Mi mente y mi cuerpo

son las capitales exhaustas del orgullo.

Por eso la trompeta

de trae al único reino impenetrable,

el del asombro,

que inexplicablemente permanece.