A Antonio Castro
Eternos montes
y arenales del río,
horas metidas dentro como panes caseros.
¿Qué le dices al que te mira
barranca del Arrecifes
con tus carpinchos y tus pajas bravas?
Apareces entre los sarandises
como si la vida fuera sólo este paisaje
constante y efímero
y bastaran la belleza y la paz
para ubicar el canto.
Pero la vida es lo que altera la armonía
y la va corrompiendo
y también lentamente la va recuperando.
No hay otro ritmo.
Mira pintor y pesca tus surubises.
Miraré dentro de mí misma
para saber que no llevo la paz
ni la recibo.
Viene del horizonte que estas costas atajan
y del cuerpo tendido en su idéntica línea.