LAS DOS MARIPOSAS

 

            I 

En mi jardín hay una mariposa;
Alas de negro y amarillo.
Vuela y se posa:
Vuelve a volar, desde el junquillo
A la rosa;
Y aléjase, saltando al aire, y viene
Después, sobre las ramas de flores recubiertas,
Y ante mí, en un pimpollo se detiene,
Inmóvil, con las dos alas abiertas.

¡Oh flor alada,
Que huye a saltos, esquiva,
En los senos del aire desligada;
Y abre su joya viva,
Sólo por un instante demorada,
Sobre la flor atada,
Sobre la verdadera flor cautiva!

Encantado la miro
En el breve momento,
Apenas la medida de un suspiro;
La solicita el alocado giro,
La llama el aire, antecesor del viento.
Invítala el nectario, 
Y ella, colgando en la boquita abierta,
Se estremece en un vuelo estacionario;
Tiembla en un aleteo
Como de ansia inexperta
Sobre los labios del deseo…
Y se va, traza un arco, vuela al jardín vecino…
¡Pertenece a los ojos! ¡Nos lleva en la mirada!
Se aleja como vino:
Belleza, ensueño, nada.

 

              II

¿Nada? Algo queda
En nosotros; la imagen, la visión saltarina;
Un mensaje que vino con alitas de seda,
Una impresión labrada como una joya fina.

(También de cosas leves y frágiles vivimos;
Ante el primor que llega con alas silenciosas
Recónditos nectarios de la emoción abrimos,
Se pueblan nuestras almas de ocultas mariposas).

Tiemblan, giran, al mismo
Palpitar, en la sola
Intimidad profunda de vida y lirismo
Que viste al pensamiento con trajes de corola.

Vinieron grácilmente desde la vida eterna;
Llegaron con la aurora de perfumado aliento;
La luz abría flores con su caricia tierna;
Un céfiro regía los dominios del viento…

Forma, color…tan sólo belleza sin escudo,
Que abandonando el seno de la enjoyada rosa,
Se fue, en amable giro de advertencia y saludo,
Como diciendo al alma: ¡despierta, mariposa!