SUICIDA EN AGOSTO

 

 
                                                                                        SUICIDA   EN  AGOSTO

        Despertó, ya, en su "nada"...
  Pero que, "nada" la suya, que dejaba, ahora, de dar
el tallo del ser 
y de subir, al mismo tiempo, por él, como por el vano de una caña?
   Más acá, él, pues, 
de ese "aire" que, musicalmente, se resuelve sobre la cima del vacío
                      con el soplo que lo niega 
desde la intimidad de un "demonio" y de un "ángel" a la vez?
  Y era, ya, sólo, fluido, él 
   en el lugar de una angustia, por otro lado, de hielo,
                  al creer rehusarse 
         a su mismísimo hálito?
Y no le pudo tocar, entonces, no, no pudo,
la mirada de las nueve, en un agua, ya, de florecillas de lino 
          para  toda  melancolía...?
  Oh, si le hubiera sido dado,
          aún  sonambúlicamente,  y por  un  momento,   descender hasta las  hierbas…
Y las heridas del río,
tejiéndose, sobre sí mismas, una brisa de chispas,
                    a manera de hilas?
Y las palabras del pescador,
con más nácares, tal vez, que los que aligeraba con su lámina...
         y eso que aún emergía 
                     del  escalofrío ?
Y esos pajarillos de no se sabe dónde, y sin rama, todavía
pero que quiebran su soledad
y cruzan, al hacerlo, la trama misma de un silencio
                 de alelíes que bajan?
Y el chico que llega, de arena, y en las tiras de la noche,
y debe subir el día 
para beberse, acaso, solamente su coriza,
de vuelta de "los jardines"... 
mas sonríe, aunque,  es cierto, igual que desde una
pajilla que pisan... 
sonríe, con todo, él con todo, sí, sí,
a  las   vindicaciones   del   aire ?
Y las espaldas que no terminan de sobrellevar, por ahí,
la ciudad ésa,
que las despide, oportunamente, a sus orillas, 
pero que no pueden menos de alzarse, ahora, hacia aquélla del fin
de las divisiones de vidrio:
aquélla del encuentro, y de la estrella de cada uno, 
         mas en las  enredaderas que abrirían 
                             todos,  todos... ? 
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  Pero  era el  suyo,  únicamente,   el país  del perder pie
                               en la  ilusión de  una  nieve 
                               que sólo permanecería...
o el que ha perdido, si se quiere, el fundamento de esas líneas
que lo  equilibraban bajo  las  lluvias, 
                    y debe entonces flotar, indefinidamente, flotar,
una maldición de Junio? 
                              No es,  asimismo,  el país
del frío,
de un frío que no quiere saber, ya, del fastidio del azul, 
                           y ha leído todo el iris... ?
O el país 
al que se le ha secado, de la noche a la mañana, el amor, el amor
que le sangraba en el 'otro"...
o la fuente que, por otra parte, no cesaba de hilarle,
estelarmente
                                                   la vigilia que lo trascendía, 
                                 y que le daba, aún,
                                   gracias,  precisamente,  a los desflecamientos  de las ráfagas, 
                   ese sonido que cubre, al fin, 
                          todo  el viento?