No ciega, ni quema, ni asfixia ni te inunda.
Da la vuelta nomás circulando al voleo.
Lazo que no ahorca al final llega.
Suelto nomás, como siempre.
Ella, ¿ella? anda aleteándote cerca,
y no te alcanza el ojo ni la oreja
Cerca, porque enseguida se aleja.
La hija del carancho anda aprendiendo a volar…
Si vos volás yo me duermo, puñalada en tierra. Y si yo llego a volar…
puñalada serás vos, como siempre.
El cuerpo, aligerado bolsillo del alma. Si queda…No hay mesa
sin suelo y a la larga olvidamos la cosa hasta que el corazón
ya es brasa.
Ala, llama brasa a la desesperada. El suelo sigue bajando y el
cielo sigue subiendo.
Árbol, al fin, por siempre aterrizado. Al hueco manotazo, a la
piedra, cuando ya no hay arriba ni abajo.
Ni de cerca ni de lejos. Una sombra espera un cuerpo. Andando
nomás
dice él. Pobre de él, dice ella.
De: Roña criolla (Poesía, 1991)