DEJÓ LA PATINETA

 

Dejó la patineta,

se bañó porque quiso

y salió con un portazo.

La patineta- que fue viento en el flequillo

y la vereda-

nada sabe del mandato de buscarse

hombre con apuro.

No sabe de este cambio de fantasmas,

de la noche que derrama cuerpo.

 

En el cuarto, en el pasillo, en la cocina,

espera el encuentro intermitente,

casual, como a escondidas.

Después, será el polvo en el garage,

o en el mejor de los casos, compraventa.

 

(De: 'Cada cual con su llave y en su noche', Nuevo hacer, Grupo Editor Latinoamericano, 2003)