UNA LÚCIDA EPIFANÍA, POR MARCELO LEITES

 

Miguel Ángel Federik ha reunido en GEOGRAFÍA DE LA FÁBULA casi toda su producción poética. Se trata de una obra de largo aliento, que reúne unos diecinueve poemarios, de los cuales me voy a detener en Elegía con caballos, y luego haré referencia a algunos poemas de los otros libros.

Geografía de la fábula es el nombre con que Alberto Gerchunoff caracterizó a la Selva de Montiel, por los seres reales e irreales que la habitaban y el misterio de su vegetación enmarañada. Miguel Ángel toma esa expresión para designar toda su Obra poética, que marca su sentido de pertenencia, a una tierra y a una lengua. Ahora bien: todos sabemos lo que significa fábula, pero el nombre también podría remitir a lo fantástico, las cosas que suceden en estos poemas son reales, pero también fabulosas. Por lo demás, al poeta sólo lo mueve la belleza, principio y fin de sus poemas y, también, búsqueda sin fin.

 

-No te mates a ti mismo…No te mates

No hay alivio, sino belleza (1)

 

MAF es un poeta que posee una gran erudición, “histórica, social, antropológica” como señala el crítico Mario Nosotti, en la revista Ñ del 30-10-2021. Pero también posee una lúcida concepción de los poetas que lo precedieron, -linaje entrerriano incluido del que forma parte-; y de un gran corpus de poesía universal, particularmente la influencia de la poesía española, desde el consabido Siglo de Oro a las generaciones de la segunda mitad del S.XX.

 

Es esa “palabra situada” de la que siempre habla el poeta: situada en nuestra tierra entrerriana, en nuestra lengua y sus modismos; especialmente la lengua guaraní, subyacente en el castellano del litoral,  y también situada frente a todas las lenguas del mundo, como ha postulado Federik en consonancia con el poeta y ensayista antillano Èdouard Glissant;  en la confluencia del habla de los colonos que hubo en Villaguay: el idish,  hebreo,  italiano -y sus dialectos-,  alemán,  francés, portugués, que escuchó de niño; y algunos de cuyos idiomas, aparte del inglés, ha leído en textos originales de diversos autores. Y su palabra está profundamente situada también no sólo en la naturaleza, sino porque el lenguaje tiene la gracia de una epifanía, heredero de Juan Laurentino Ortiz, de quien fue amanuense en su juventud; pero al mismo tiempo, su escritura resulta innovadora, me atrevería a decir que su lenguaje es el de un delirio domesticado por una sintaxis que sólo él domina y que, en verdad, no se parece a nada de lo que se escribió antes, de lo que sólo quedan ligeras huellas. La palabra “aura”, fundante en la obra de Ortiz, aparece en la tapa del libro con tipología más pequeña, entre paréntesis y con letras anaranjadas como en “obra poética”, debajo del nombre del volumen, que aparece en letras blancas, y da título a esta colección.

 

También hay huellas de Mastronardi, L. A. Ruiz, Calveyra y Veiravé en su obra. Es decir, pertenece tanto a la tradición de la tradición de la poesía entrerriana como a la tradición de la insurgencia (categorizaciones del propio Federik). Otro referente importante es el poeta correntino Francisco Madariaga, con quien tuvo una entrañable amistad. Y todos ellos son considerados como sus maestros. Miguel Ángel Federik es “un hombre con el que se identifica poéticamente a Entre Ríos”, tal como escribió el poeta Juan Manuel Alfaro. Se ha intentado definir su poética como un neobarroco entrerriano; es posible que ese rótulo le quepa, pero sólo en algunos libros del autor: quizá en aquellos donde despliega una serie de anáforas, un lenguaje culterano y un arsenal de recursos retóricos, en los que más que el sentido importa la textura de los significantes y su fricción sonora. Quizá su escritura pueda situarse entre el virtuosismo y la contención como apunta Sergio Delgado en el prólogo a estas obras reunidas.

 

ELEGÍA CON CABALLOS.

 

La elegía, de origen griego, es un género lírico que lamenta la pérdida o muerte de alguien: una persona, un animal, una flor, una mujer, etc. En este caso, es la pérdida de la infancia y, al mismo tiempo, su recuperación a través de la palabra. Pero además el título juega también con la elección: el niño elige a los caballos y los caballos lo eligen a él, para esa especie de “novela” iniciática, donde transcurren los versos.

 

En Elegía con caballos, Federik despliega imágenes que son como un tapiz de la memoria -el lenguaje se ajusta a los recuerdos de ese gurí, que es él mismo muchos años más tarde, que canta y cuenta la infancia ahora recuperada por la memoria del adulto, principalmente a través de los caballos, sus compañeros de aventuras, con un imaginario que permanece intacto. Los caballos le dan entidad a él, que cambia de caballo, a medida que cambia de edad, de la infancia a la adolescencia.  Esos cambios equivalen cada vez a un nuevo conocimiento, según lo afirma el autor. También nos cuenta que no era fácil atravesar el monte a caballo; porque la selva era enmarañada y el bosque espinoso; había que agacharse sobre las crines del lomo del caballo, para no lastimarse con las ramas. Así, la Selva de Montiel se transforma en un espacio mítico, que le dio al niño una visión poética incipiente permitiéndole abrir su mirada y su oído a las otras criaturas del monte.

 

Tuve maestros caballos y antes que dos riendas en la mano,

un amasijo de lenguas en los abiertos oídos de la infancia. (2)

 

Hay una suerte de transustanciación de la infancia, como si el niño le estuviera enseñando ahora al adulto, al poeta, el camino a seguir. Hay ánimas, aparecidos, ángeles, hechiceras, imágenes oníricas. Y hay un gran dominio del lenguaje, con una técnica depurada, precisa y sensitiva. Quizá este libro esté entre los más directos del autor, aquí el poeta alcanza la secreta complejidad de lo simple. El tono es lírico o elegíaco, pero no nostálgico como podría suponerse cuando se habla en pretérito imperfecto: “nadie canta sin volver”, dice el poeta. Se trata de “Una mirada que avanza hacia el futuro regresando a la infancia”, como propone Laura Germano. Hay una simbiosis muy lograda entre los elementos autobiográficos y los del mundo imaginario; a veces ambos planos se superponen. El caballo como símbolo de fuerza, de energía vital, como un poderoso resplandor que le da unidad a todo el libro:

 

Tengo un caballo atado a mi ventana,

y él, que ya resucitó, me mira. (3)

 

La figura del caballo aparece además en otros libros, desperdigados en la obra completa.

los pájaros cantan en celebración del caballo (escribe en Apuntes para una geografía poética) y también: Los caballos trabajan para que se mueva el mundo. El vocabulario de “Elegía...” es culto, de la alta cultura, digamos, pero transparente. La percepción del poeta es de una clarividencia notable: recupera y narra su propia historia como si estuviera ocurriendo ahí, en el poema, pero también afuera del poema.

 

Elegía con caballos contiene poemas que también hablan de otras cosas: las mariposas, la muerte del padre, los palmerales, algarrobos, y otros árboles, la calandria, las garzas, los perros, etc., pero los caballos son los protagonistas:

 

Yo sólo tuve un caballo, que no fue uno ni mío,

érase el índice hacia arriba y había algarrobos centenarios. (4)

 

                                    ……..

 

Hablo de la patria de un niño verde,

yacaré y colibrí para los saberes del agua y el aire,

que traspasó siguiendo a las mariposas,

los turbios nubarrones del lenguaje,

porque sus ojos aprendieron a confiar

en los ojos del caballo: (5)

 

                            

 

Pertenezco a un orden de caballos

y laudes infinitos del monte:

mis caballos y mis libros de conchillas abiertas

en las orillas del  Gualeguay barrancas altas. (6)

 

                                      …….

 

Hablo del monte de él, de un reino oculto entre follajes.

Hablo de las genéticas del silencio sonoro,

de la frontera en la que el ojo es cuerpo sin lenguaje

y el oído un valle de cordajes de músicas calladas.

 

Hablo de pájaros que ayudan al alma contra la muerte.

Hablo de las almas vivientes de los árboles talados.

 

Oh, palabra de oír, la otra mitad de la palabra.(7)

 

                                 ….

 

En el monte, cuando anochece, el jinete es el caballo.

Suele pasar lo mismo en el reino de las palabras. (8)

 

                                    ….

 

Criatura de este mundo: ¿me dirás alguna vez

si fuiste realmente de este mundo? (9)

 

Veamos algunos de los otros libros, poemas y versos que completan la obra: Viajes reales, es un homenaje a ciertos lugares significativos para el poeta, como por ejemplo, Ruinas de San Ignacio (incluido en Niña del desierto), pág.175:

 

Algo hay en este sitio

distinto al río de luz que se desangra

desde las doradas noticias del follaje.

 

(Obsérvese el notable uso del adjetivo).

Letras de canciones: escritas en octosílabos (también hay sonetos, alejandrinos y mezcla de diferentes metros, en el resto de la obra), que demuestran que se maneja con igual solvencia en los versos de métrica regular como en el verso libre. 

 

Imaginario de Santa Ana 2004: quizá el poemario más propiamente lírico de todo el conjunto.

 

Las casuarinas afinaban un coro de calandrias

las muchachas y las garzas se retocaban el pecho (10)

 

                                       …..

 

Destaco también el poema 38, por ser uno  de los pocos poemas de tono amoroso que aparecen en la primera parte del libro:

 

En la irreparable cereza de sus pezones

llamé a las gemelas puertas del Paraíso (*)

 

                                …..

 

era tanta la luz,

que transparentes al tacto,

las ánimas jugaban con los perros (11)

 

En el poema 43 vuelve al río Gualeguay en los versos finales:

 

Educaba mis ojos a sus honduras.

ya no puedo mirar sin su belleza.

 

Hablo para tocar. Vuelvo para creer.(12)

 

 

Una liturgia para Némesis: Un  libro donde los versos parecen esculpidos por piedras preciosas. Némesis era una diosa griega asociada a la justicia, al equilibrio y a la fortuna, entre otras cosas. Comienza con un verso contundente: El ojo es lo último que muere -pág. 280, que es también el título del poema.

 

Destaco también el poema Acuérdense de Forclaz, basado en el molino de viento que todavía existe cerca de Colón y que fue construido por Juan Bautista Forclaz, un inmigrante suizo que llegó a esa zona en 1859; se lo conoce como el Molino Forclaz; actualmente es un lugar turístico y el poema de Miguel Ángel es un homenaje; está pintado en una de las paredes de la casa contigua.

Una Liturgia para Némesis quizá sea uno de los libros más complejos del autor. Hay unos cuantos poemas que hablan de la historia argentina y de sus próceres: Urquiza, López Jordán , Alberdi, San Martín, Lavalle (aunque no todos aparecen en Liturgia para Némesis, sino también en otros libros del volumen).

 Respecto de Liturgia para Némeis, Claudia Rosa escribió “(…) los quiebres y saltos  y contra-citas de autores y contra-autores, la superposición de diferentes discursos, la ironía con que se distancia de las poéticas más cercanas, la respetuosidad casi reverencial por los clásicos de la lengua y la complicidad que con ellos entabla van envolviéndonos…Lenguajes sobre lenguajes con profusión de géneros convocan a la entrerrianía que lo sostiene. (Cita parcial de Sergio Delgado en el prólogo, p.16)

 

En el libro Niña del desierto aparece: Cuando baje el Gualeguay (pág.151), un  poema que es otra historia del río, homenaje y desprendimiento del Gualeguay de su maestro Ortiz. Es uno de los poemas más emblemáticos de su obra y uno de los más conocidos.

 

DE CUERPO IMPAR

 

De este libro destaco estos poemas: Tango para velar un ángel —dedicado a Marta Zamarripa; El tren del norte (pág. 264), otro poema anafórico muy logrado: “Pasaba el tren que pasaba” como apertura de cada estrofa, con variaciones. Justificación de las cetrerías (un homenaje a “Palabra cazada al vuelo”, de Alfredo Veiravé):

 

Para escribir el poema  no sólo es menester

contar con una memoria de ángeles en la lengua

sino también con cierto discernimiento

en los tratados y proezas de la cetrería…

porque el poema está destinado a ser un

encantador de criaturas que esperan  ser palabra (13)

 

Luego tenemos el poema que da su  título al libro: De cuerpo impar (14).

 

No puedo dejar de citar estos versos del poema Al monje de Silos II, del libro Viajes irreales:

 

Si todo poema es una glosa de otro poema

por si el canto infinito, suyo es el método

y suyas las primeras melodías de este río.

 

Recomiendo fervorosamente la lectura de esta obra que marcará un hito dentro de la poesía argentina. Nosotti  señala que MAF es “un poeta y ensayista casi secreto de Villaguay”, afirmación que sólo pudo hacer  un crítico de Buenos Aires, porque Federik no sólo es un poeta mayor de la provincia de Entre Ríos, y este libro lo atestigua, sino que es conocido también en otras partes del mundo, como asimismo en otras provincias argentinas y si no es tan conocido en Buenos Aires es porque para él Buenos Aires nunca fue el eje del poder, como tampoco lo es Rosario o Córdoba. Simplemente el poeta se fue quedando en Villaguay, en su casa provinciana y en silencio, casi pudorosamente, fue tallando su poesía que finalmente encontró su esplendor en este libro.  La edición es impecable, la Universidad de Entre Ríos ha hecho un gran trabajo, como también el  editor, Sergio Delgado, quien además de prologuista y corrector, tuvo la buena idea de poner en primer lugar el último libro escrito por el poeta (Elegía con caballos), pero el primero desde el punto de vista vital; y el último  del volumen (La estatura de la sed), que es el primer libro que escribió, cuando tenía 20 años. De este modo, la evolución de su escritura está invertida. En el prólogo Delgado habla, entre otras cosas, de su “erudición inagotable que es la de un autodidacta y su precisión la de un artesano”. Y una mención ineludible son las ilustraciones del artista Artemio Alisio, que complementan los poemas.

 

Una vez me dijo Miguel Ángel: “La poesía es el arte del error y la maravilla”. Y es verdad: Todas las cosas tienen otro nombre, sobre todo en sus poemas. Finalmente, cito el poema Niña del desierto (pág.149), una obra maestra en sí misma, donde comprobamos que aun en el horror el poeta encuentra el fulgor de la belleza.

 

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(1) poema 43, pág. 126, de Elegía con caballos).

(2) Op.cit., poema 17, pág. 109.

(3) Op.cit. poema 7, pág.103

(4) Op.cit. poema 21, pág.110.

(5) Op. cit. poema 50, pág. 130.

(6) Op. cit. poema 54, pág. 132.

(7)Op. cit. poema 65, pág. 139.

(8)Op. cit. poema 77, pág. 146

(9)Op. cit. poema 78, pág. 146

(10)Op. cit. poema 5, pág. 230, de Imaginario de Santa Ana

(*) Op.cit.  poema 38, pág. 247

(11)Op. cit. poema 16, pág. 236, de Imaginario de Santa Ana

(12)Op. cit. poema 43, pág. 251, de Imaginario de Santa Ana

(13) Pág.269

(14) Pág.269

 

 

Texto de la presentación de Geografía de la fábula - Obra poética de Miguel Ángel Federik, EDUNER, 2021; leído en la 13° Feria del Libro de Concordia, noviembre 2021. Todas las citas y páginas corresponden a poemas de ese libro, la mayoría de los cuales fueron leídos por el autor en esta ocasión.

 

Marcelo Leites, 2021.