ISIDORO BLAISTEN REEDITADO: UNA LITERATURA CONTRA LA SOLEMNIDAD

 

Por Graciela Melgarejo

Tomado de: http://www.lanacion.com.ar

"La fiera ruge y el ángel canta." Así se llama la tercera parte de Anticonferencias, un largo reportaje hecho sobre la base de otros reportajes, con la que finaliza este libro de Isidoro Blaisten (1933-2004) que Tusquets reedita ahora, en la colección Rara Avis al cuidado de Juan Forn.

Es el propio autor el que se encarga de explicar allí por qué eligió esta frase y qué significa para él. Dice Isidoro: "¿No es hermoso? La fiera ruge y el ángel canta. ¿No es eso la literatura? Para mí la literatura es eso: un lugar desolado donde si la fiera no ruge el ángel no canta". Es a partir de esta definición -curiosamente o no, está al final del libro- que Isidoro construye toda su literatura, la que incluye, en un lugar único e irreemplazable, el humor. También al humor le dedica una definición que es y será inolvidable: "La penúltima etapa de la desesperación".

Para lectores memoriosos de su obra y para los más jóvenes que habían oído hablar de ella, fue auspicioso que el editor Gito Minore reeditara, en 2014, y para la colección Rescate Poético de la editorial Punto de Encuentro, su único libro de poesías, Sucedió en la lluvia, género al que IB había renunciado voluntariamente porque, como aclara también en Anticonferencias, "a mí me da mucho miedo la poesía, porque tomada en serio, como manera de vivir, es un estado peligroso y latente que conduce a la locura".Para quien ha sido un testigo privilegiado de la escritura de gran parte de la obra de Blaisten, como es mi caso, es interesante analizar esta serie de reediciones de sus obras, que comenzó incluso en los meses posteriores a su muerte, el 28 de agosto de 2004, con la publicación de los Cuentos completos, en Emecé. De manera aparentemente casual, en el mismo año se publicaron su último libro (y su única novela), Voces en la noche, y esos cuentos, por los que se había hecho conocido y respetado.


El año pasado, la editorial Mil Botellas reeditó Carroza y Reina, treinta años después de su primera edición, en 1986, en Emecé. Algunos de sus cuentos, como el que da el título al libro, siguen teniendo una cruel actualidad.

Ahora se reedita Anticonferencias. Un texto que hizo decir a Juan Sasturain en su reseña crítica para el diario Clarín, en enero de 1984, que era "diverso y cambiante", en el que "contra los lugares comunes -que cada vez son más, porque todo es paulatinamente ocupado por todos- se pronuncia una vez más Isidoro Blaisten. Sus Anticonferencias pretenden la irreverencia: no son conferencias sino lo contrario o, al menos, una forma especial de ellas marcada por la informalidad, el humor, la sorpresa".

Sobre la base de una conferencia, "Aburrimiento y literatura", repetida durante diez años con variaciones que la iban enriqueciendo, se construyó un libro nuevo, con otros textos aparecidos en suplementos culturales de algunos diarios y revistas, y una anticonferencia nueva, inédita, "Ensayo sobre lo obvio", que es, también, toda una teoría literaria, aunque no explicitada como tal, sobre cómo volcar lo coloquial a la escritura "seria", y el contraste entre lo realmente literario y la solemnidad con apariencia de profundidad. Nada extraño, si recordamos que el discurso que Isidoro dio en la Academia Argentina de Letras -el día que se lo recibió como académico de número, el 12 de septiembre de 2002- tenía como título "La solemnidad destruida": "Mi humilde teoría consiste en afirmar que, entre otras cosas, la literatura es solemnidad destruida".

Por eso, entre los muchos autores conocidos y los que no tanto que aparecen nombrados en Anticonferencias, está María Moliner en un lugar de preferencia. En 1983, cuando María (los que amamos a María Moliner y su obra monumental simplemente la llamamos María) y su Diccionario de uso del español eran familiares sólo para los lingüistas y los lexicógrafos, Isidoro adhirió inmediatamente a esa concepción del estudio y ordenamiento de la lengua a partir del habla. Una idea que lo preocupaba y ocupaba, y que lo llevó a escribir, en 2000, un artículo que se publicó en el Suplemento Literario de la nacion, "Apuntes sobre el lenguaje de los argentinos", y que terminaba así: "Nuestro lenguaje coloquial implica una ejercitación poética constante que, de alguna manera, nos rescata de la angustia cotidiana. Busca la salvación por el humor y como toda creación conjura el fracaso".

A Anticonferencias le siguió, unos años más tarde, una continuación, Cuando éramos felices (Emecé, 1992), escrito con ese mismo espíritu libre, iconoclasta, burlón pero tierno y piadoso a la vez. Había proyectado un último libro que cerrara la trilogía de ensayos -Gente de antes como título posible-, con nuevas "anticonferencias" y el ya mencionado discurso en la Academia, y que quizás alguna vez se publique.

Por el momento, y con Anticonferencias recién aparecido, vale la pena preguntarse qué vínculo establecerá hoy con sus nuevos lectores. ¿Será el mismo que hizo que, en el momento de su primera aparición, tuviera tres ediciones seguidas y figurara varios meses en las listas de best sellers?

Ojalá sea el que Isidoro Blaisten avizoraba en el final de su discurso académico y que tan bien se aplica hoy a la Argentina en particular: "Quizás, algún día, en este país, se alcance la buenaventura. Será el día en que los gobiernos se den cuenta de que pasarán los funcionarios, las crisis y las furias, y lo único que perdurará en la memoria unánime de la gente será lo que dijeron los poetas y lo que escribieron los escritores".