LA CANCIÓN DEL BUEN DESEO

 

¡TENER veinte años, y un campo sembrado

de trigo y de esperanzas!

La trinidad bendita de una madre, una novia y un arado

santificando del vivir las horas mansas.

 

¡Ser muchacho otra vez! Poblar los días

laboriosos, mis pasos por la tierra y la vida

y en el zurrón de la conciencia, tener para la eterna partida

el pan grato a Dios de las buenas obras mías.

 

Partir mi pan con el hermano lobo y el hermano ruiseñor;
ofrendar mi canto a hermano reptil y a la hermana estrella;

no conocer el mal. Hacer la vida bella

por el bien y el amor.

 

Decir con el Maestro: “mi carne es pan y mi sangre es vino”.

Rimar con el verbo sagrado la voz interior.

Amar todo lo noble y lo innoble conforme al mandato divino.

Sentirme más bueno, y a cada segundo, latido a latido sentirme mejor.

 

Arrancar a la tierra el secreto del pan y el secreto de la eterna armonía

que es poema en la mies, en el trino del ave y en la flor que embellece

que me llene de luz la gracia de su epifanía

para arrojar de mi vida la negra serpiente del mal.

 

Ser muchacho de nuevo, llevar veinte alondras cantando en el pecho

y el amor de una madre sumado al cariño de dos.

Poblar de simiente y canciones la negra bondad del barbecho

y en la verde esperanza del trigo dar gracias a Dios.

 

¡Tener veinte años, y un campo sembrado

de trigo y de esperanzas!

La trinidad bendita de una madre, una novia y un arado

santificando del vivir las horas mansas.

 

¡Tener un alma pura, y una vida útil como campo sembrado,

veinte años y la esperanza cantando en el arado!