Escrito Ignoto
La historia de Gemma siempre me pareció demasiado compleja, con muchos tentáculos. Y tal vez por lo mismo, un octopus imposible de esquivar. Cuando apenas esbozaba su adolescencia, virgen o casi virgen, se enamoró de un curita resultón, amigo de la familia, con el que tuvo una relación torturada y absolutamente animal. El laberinto incluyó soberanos polvos en los confesionarios, en la sala de tubos del órgano de
Después del cura, vino por mí. Y yo era virgen. Pero completamente virgen de mujer, mas no de pajas, e imaginaciones. Gemma decidió arrastrarme por los caminos que venía descubriendo a la velocidad de un Mustang que viajaba sin seguro contra terceros. Y yo acepté. O me arrastró de los pelos. Sólo podíamos terminar en accidente. Y así fue.
El despertar del sueño, fue peor que una trompada de Alí. Resultó difícil saber si al final del camino me había chocado con sus hermosas tetas y sus entrepiernas, o habíamos dado contra la ladera de la barranca, allí donde me había llevado para violarme repetidamente. O ambas cosas. El asunto es que yo y el auto, estábamos destrozados. Y ella lo más campante.
El viaje de maría y sexo que emprendimos juntos durante seis semanas, conducía al dolor. La llevaba a ella como guía, modelo para armar, guardabosques, boy scout, ninfa, coordinadora, geisha y puta rematadamente fina. Cierta noche esbozó que emborracharse y entregar hasta el último centímetro de piel a cien placeres, era solo para mí. No le creí, por cierto, mientras no dejaba de preguntarme donde se aprendían esas cosas que me hacía, y que yo jamás podría haberle enseñado.
Finalmente, para los 17 Gemma se fue atrás de un clochard por convicción, portador de una tarjeta American sin límite. El harapiento -intelectual y rico- le prometió mostrarle la mierda del mundo, pero sólo esa que ella jamás vería por su propia cuenta. Era demasiado tentador. A esa altura, este escriba había quedado fuera de toda competencia.
Siempre tuve la triste fantasía acerca de que Gemma se fue con el linyera y me dejó abandonado a mis propias pobrezas, ya embarazada. Aun después de tantos años, se presenta una imagen en mis sueños, y siempre es alguien que golpea la puerta. El ritmo de los sonidos resulta suave y amigable, pero tiene un tono de leve reclamo.