LA ESCARCHA

De “Plena palabra” (2004)

 

Ella nos decía:

“No rompan la escarcha, que va a soplar el viento”.

Nos prevenía, más que instarnos a la fábula.

 

En cierto modo, la poesía surge de esa tensión

entre el cristal y el misterio

y resiste o se disuelve,

también, como los charquitos escarchados

que nos azucaraban la tentación,

el desafío incontenible del pie

sobre el agua quebradiza:

ese instante en suspenso

sobre las nervaduras del agua sorprendida.

 

“No rompan la escarcha, que va a soplar el viento”.

 

Y ¿cómo no aceptar el riesgo iluminado,

ser uno en la palabra,

buscar algún arraigo en los incendios vagabundos?

 

“No rompan la escarcha, que va a soplar el viento”.

 

Multiplicado el niño en los fragmentos

desguarnecido va, pero invencible.