Picasso antes de morir las vio frente a sus ojos
el Marqués de Sade las perseguía detrás de las paredes de
la cárcel donde escribía sus delirios
Yo, más modestamente, las veo a cada rato con sus búfalos rojos
respirar ansiosamente en las paredes negras
donde crecen algas húmedas por el vórtice de la edad
Yo también sé, sin pretensiones, que ellas no cesan de perseguirnos
en el sueño
cuando aletean sus branquias hermosas y
singulares
únicas
irrepetibles
hablan el idioma de los cuerpos enamorados.