Nunca sabré cómo se sustentan en el aire los
grandes trasatlánticos llenos de pasajeros que viajan de un
continente a otro sobre el mar sobre las ciudades y tampoco
cómo las arañas de mi jardín sin turbinas o reactores transportan
esos hilos suaves donde quedan atrapadas las (tontas) moscas
y las miradas de los distraídos. Más o menos como en un poema
(un infierno musical del Bosco)
o la traición de estas apariciones. ¿Y quién ignora
cómo puede soportar el pecho del hombre
por qué tiempo la ausencia del amor o el reposo del fuego?
No obstante sentimos la atracción de los turistas
en los aeropuertos, como leves arañas. ¿Volar entonces?
¿o apenas sumergirnos en la telaraña con nuestras
ignorancias urgentes?
Espero que mi fotografía póstuma mi cara
doméstica detrás de los anteojos
no me condenen ante ustedes por todo esto que ignoro.