BALLENAS

Las ballenas, esos grandes navíos fúnebres que llevan el cuer­po de Jonás, entraban, en otrora, ríos arriba, viniendo del polo que les es habitual y buscando la ciudad de Santa Fe, que debía fundarse un día. Las ballenas no temían a los indios. El río de la Plata y sus afluentes ofrecían hamacas ya tropicales a la siesta de los cetáceos que se amarraban sin temor a las lianas del delta. Pero una vez que los españoles ocuparon la tierra y la ciudad de Santa Fe, que buscaban esos anfibios por consejo divino, fue fundada, abandonaron los ríos y volvieron atemorizados a sus sole­dades antárticas.