LA METÁFORA

 

 

«Personaje al que voleo de una sola metáfora,personaje que no se levanta más». (Marco Denevi en De los locos y los cuerdos)


El derecho a la metáfora: la antropóloga francesa y doctora en Letras de la Universidad de París, Michel Petit, afirma que para poder tratar la reali­dad que nos circunda, debemos tratar de ese espacio puede ocurrírsenos la idea de transgredir los límites asignados.


Ornitología lírica
Su artículo «Los primeros fríos» (op.cit.) se engalana con una alusión de ornitología lírica:
«Las golondrinas llegan y se van sin honor y sin gloria. Nadie sale a recibirlas. Nadie llora su partida. La golondrina ya no es el paje sentimental que trae el verano y escapa del otoño. Es un pájaro más entre los pájaros que nos encubren los hilos eléctricos del alumbrado, los avisos de la calle, las molduras de las azoteas y no se le ve ya pasar como una coma de terciopelo negro en la página celeste del cielo.
»La mariposa es la cortesana que arrastra los imperios forestales a la decadencia. Esa hermosa flor que vuela, esa indecisa hoja multicolor que coquetea con la brisa y que muere también con el día, ha dejado en la oruga un sepulturero».


Plus Ultra en París - Fuegos artificiales 
Por el Vizconde de Lascano Tegui


En el retrato afirmó sus títulos literarios. Por ejemplo en esta sinécdoque: La cabeza como representación del pensamiento intelectual de Carlos III.
«Carlos III el Sabio era la cabeza más alta de España, la mejor amueblada».
La prosa poética era frecuente en sus publicaciones de la selecta Plus Ultra:
«Plus Ultra en París - Fuegos Artificiales» 
Por el Vizconde de Lascano Tegui
«Los sapos inician su emigración hacia la luz maravillosa que los pirotécnicos sesudamente se han dado en alumbrar. Tal vez su­ponen los batracios que se han tragado todas las erres del univer­so, que al fin se han roto las esclusas del cielo y que la bondad de Dios les alcanza. Tanta luz, tantos reverberos encendidos en la noche deben proporcionarles una cantidad innumerable de mosquitos, de escarabajos y de luciérnagas. 
»Los fuegos artificiales van a terminar, y las únicas moscas que este derroche de luz habrá atraído serán las de terciopelo negro que se colocan desde el siglo XVII todas las coquetas sobre el rostro, para que el rosa de los labios parezca más rosa y el gris de las pelucas mucho más plateado.
»Los sapos, como los hombres feos, se habrán equivocado una vez más, mientras los cisnes negros de los parques habrán dado varias vueltas al estanque, aburridos como que son los edeca­nes de la noche y que esta se place en dejarlos, sobre los lagos, traspapelados…».
La metáfora de la pérdida de la juventud en una beldad madura en Mis queridas..., las primeras marcas con las cuales el tiempo se despide de la esplendente lozanía se expresan en una constelada metáfora:
«Sus ojos se perdían todavía en la infancia, pero los músculos de su rostro abandonaban la curva sideral por donde había pasado el astro de fuego y se veía ya aparecer el planeta muerto, en la palidez de sus manos azuladas».
Poderosas imágenes y personificaciones eficaces.
«Detrás de los postillones del viento y de los palafreneros del polvo se oía el tropel de la lluvia. Era una carga de caballería sobre los tejados, y en la aparatosa...». (El libro celeste).
«El órgano del viento sonaba en los bosques que tienen hongos como pedales de piano bajos los pinos. Los domingos oía las danzas gangosas de los acordeones, que empollan huevos de pol­ca en el estante de los armarios para quebrarlos los domingos en la plaza de los pueblos en fiesta. Sentía burbujear la cerveza en los toneles y subir hasta el borde de los vasos como una paisana que se desabrochara el corpiño y desbordaran los senos perfu­mados con avena». (Álbum de familia, p. 68)


(De: “FAUÉ, María Eugenia; Travieso Vizconde – La sonrisa alada” – Vida y obra de Emiliano Lascano Tegui”, Eduner,  2007)