Arnaldo Calveyra, tras sus huellas. Por Adrián Ferrero

 

La tarea de Mario Daniel Villagra, realizador de este documental, resulta simple y compleja a la vez. Porque, por un lado, consiste en dejar un testimonio (otra clase de huellas) mediante un registro audiovisual de ciertas pistas sobre la vida y la obra del poeta Arnaldo Calveyra (1929-2015): su relato. Ese relato se remonta a Mansilla (el origen de la luz) donde queda definida su identidad crucial, su casa: la lengua española. Más tarde, en Bs. As., su acercamiento a Carlos Mastronardi, quien lo apadrina al tiempo que lo alecciona para evitar los inexorables desatinos propios de todo principiante. Hasta ir al encuentro del anhelado destino en el que ya está o, quizás, estaba todo cifrado. Diera la impresión de que Calveyra marchara hacia lo que siempre fue por excelencia su morada: Francia. De modo que lo que se había inaugurado en Argentina, la escritura misma, comienza a desplegarse en la ciudad europea, indetenible, pero sin prisas. Allí se vincula en un deslumbrado azar con ciertas personalidades del ambiente literario latinoamericano (Cortázar, Alejandra Pizarnik). Luego, tendrá lugar la consolidación de una familia.

Existen tres temas significativos en el documental. El primero es cómo sus dos hijos insisten en que jamás sintieron que estorbaran a su padre en su tarea de escritor ni que esa tarea les robara su cariño. En esa armonía entre paternidad y escritura queda ratificada la afirmación del estudioso Pablo Gianera: la inseparabilidad entre biografía y textualidad en el poeta.

El segundo punto consiste en el que cita Silvia Baron Supervielle, su traductora y amiga. El lenguaje que subyace a la experiencia poética. Pasa por encima de la lengua, incluso materna. Dado que en el caso de Calveyra tiene lugar el fenómeno del bilingüismo, esta dimensión queda más acentuada aún. Hay una lengua “que hablan los poetas”. O, para ser más acotado, “que habla Calveyra”. ¿Un idiolecto, en términos de los estudios literarios? Quizás esa zona que se ubica por entre los intersticios del lenguaje. Lo que podría ser leído como una experiencia mística. En virtud de lo que menciona su hija Eva: en Calveyra hay una progresión de la espiritualidad en la medida en que su proyecto de escritura se despliega en el tiempo. Más aún si prestamos atención a los títulos de sus últimas obras: Maizal del gregoriano, Diario de Eleusis o El cuaderno griego. Ello ya despliega y pone en evidencia una escena.

Por último, el tercer punto en el que sí quisiera detenerme es en su relación con Mansilla, su pueblo natal. Porque de allí, o no se ha marchado, o bien se está siempre marchando (en un estado de incertidumbre suspensiva), o bien se ha marchado pero permanece en esa “cuarta dimensión”. La que experimenta cuando abre ventana en París por la mañana, según sus R64 Reviews palabras. Se trata de un “irse sin haber partido”. Una vivencia que podríamos definir como una ensoñación nostálgica, según la cual Calveyra percibe a Mansilla junto a la realidad empírica de la cotidianidad en forma simultánea.

Ir tras los pasos de Arnaldo Calveyra para el director Mario Daniel Villagra resulta una empresa difícil pero que simultáneamente tiene delante de sus ojos. Como si él mismo estuviera asistiendo a un film. La vida de Calveyra resulta tan profundamente coherente y cohesiva, tan elocuente a la vez, que sus huellas son sus pasos y su desplazamiento es, paradojalmente, su quietud. Por otra parte, el diálogo que ha de haber entablado Villagra con sus libros seguramente de seguro ha sido fecundo, interpelado por los poemas de modo persuasivo. Pero más circundado, más envuelto por ellos que sacudido. Porque ese es el efecto que produce la poética de Calveyra.

 

La banda de sonido, cuya música original estuvo a cargo de Gustavo Reynoso, es delicada y confiere personalidad al film. Ubica los silencios en los lugares acertados y las zonas tonales en los pertinentes. La voz en off ejecuta otra clase de ejemplos, los que “narran” aquello que está por detrás de los significados de la imagen. Una voz que en todo caso resignifica la imagen o bien repone una información imprescindible en el caso de un poeta radicado en el extranjero. En donde conocer ciertos detalles contextuales resulta relevante.

Y luego está esa otra cara del documental. La que plasma el segundo bilingüismo, el metafórico, el geográfico inclusivo del arquitectónico. Y del pictórico, me atrevería a afirmar, porque el film exhibe asimismo determinadas pinceladas. El pueblo de Mansilla, de naturaleza austera. Luego Concepción del Uruguay, de vida más agitada, y a continuación Buenos Aires, una urbe cuya modernidad hace contrapunto con lo pueblerino de los comienzos. Esta espacialidad argentina se distingue del panorama elegante de una ciudad europea. Esa París que abarca varias temporalidades. La de la llegada, la de su vida diaria, la inspiradora mediante paseos por sus jardines de una poética. Los trazos, las huellas, pueden ser leídos en otra clave: la del tiempo. Esa que inscribe en el cuerpo su magnitud. La que señala nuestra condición finita. Nuestros límites tanto como nuestro devenir. Hay sin embargo en el poeta una suerte de fortaleza como de roca, que confieren a él y a su poética un atributo indestructible. Se trata del encuentro de una claridad feliz: la un rostro con la transparencia de un cristal, proyectados en una poética concreta.

Para cerrar, diría que “la ruta de la seda” es una buena metáfora que se ajusta a la materia del film: su carácter dúctil, sutil, que se adapta a toda forma, casi aérea y que a la vez pareciera no tener volumen. Es esa ruta que emprendió Mario Daniel Villagra, que antes había emprendido Arnaldo Calveyra. El documental, respetuoso de la esencia y la espiritualidad del poeta compone un friso, sin estridencias, mediante una serie de operaciones que denotan y connotan a Calveyra. Es en este sentido el más ético de los homenajes.

 

Adrián Ferrero, Universidad Nacional de La Plata.

 

Película “Arnaldo Calveyra, tras sus huellas”, por Tándem.

 

 

Fuente: https://www.chasquirll.org/wp-content/uploads/2020/05/Chasqui-Reviews-May2020-EDITED.pdf