NORBERTO LISCHINSKY

por STELLA MARIS PONCE

                Sin ánimo de hacer un obituario sino más bien un homenaje a la vida y obra de Norberto Lischinsky debemos admitir, de todos modos, que fue su sorpresiva muerte la que dio otro rumbo a esta página dedicada a su memoria. Teníamos en lista a Norberto para incluirlo en la Sección de Autores de Concordia; sin embargo al enterarnos de la noticia de su fallecimiento consideramos que con justicia debía integrar la sección Rescates, en la cual destacamos a escritores relevantes de Entre Ríos. Y fue así, Norberto Lischinsky trascendió su ciudad natal y aún su provincia para desplegar su talento y capacidad innatas en la vecina provincia de Corrientes.
                Pocos son los datos biográficos que podemos reunir y sin embargo múltiple su actividad y plena de obras su vida dedicada, sobre todo, al desarrollo cultural. Nacido en Concordia en 1953 donde vivió su adolescencia y juventud, fue sin embargo en Corrientes, lugar en el que se estableció con su familia en los inicios de los años ’80, donde su trayectoria alcanzó un merecido reconocimiento público como escritor, como prominente comerciante y como funcionario al desempeñarse en el cargo de Subsecretario de Cultura de esa provincia llevando adelante una destacada actuación social y política.    
                Hablar de su vida y de su obra implica, entonces, empezar a reconstruir sus pasos, su actuación, su forma poética de habitar el mundo, como diría  Hölderlin. Y en ese reconstruir se va armando una persona que nos sorprende por sus virtudes cívicas, humanistas y de compromiso con la comunidad. Tanto su obra literaria como su actividad pública muestran su proverbial generosidad y una actitud de entrega fervorosa para lograr el bien común y el desarrollo social a través de la inserción y la promoción de la cultura en los ámbitos menos favorecidos.         
                Lischinsky, perteneciente a las filas del radicalismo, estuvo al frente de la política cultural de Corrientes un período y medio, a partir de 2001, bajo las administraciones de los también radicales Ricardo y Arturo Colombi. Pero renunció al cargo en el que permaneció más de seis años considerando agotadas las posibilidades de gestión en octubre de 2007. El libre acceso a la oferta de bienes culturales como la piedra basal de la democracia cultural es uno de los objetivos que él mismo se encargó de perfilar. "Los derechos culturales son derechos de tercera generación, derechos colectivos, que no corresponden a un individuo. Son un derecho del pueblo", había declarado en una entrevista.
                Como funcionario público formó grupos de trabajo y supo delegar decisiones que cambiaron la historia de la cultura correntina. Algunas de las acciones trascendentales de su gestión están relacionadas con el impulso dado a la Fiesta Nacional del Chamamé, evento que alcanzó el carácter de Fiesta del Mercosur en el año 2005. Asimismo, logró posicionar al escenario del Teatro Juan de Vera como uno de los más requeridos en la región. Parte de ese privilegio se debió al gran trabajo de refacción realizado en el coliseo mayor de Corrientes. Contribuyó a la formación de un Departamento de Artes Audiovisuales, de excelencia tanto en lo tecnológico como en lo humano. Trabajó para el rescate del Museo de Bellas Artes, además de iglesias y otros sitios claves en la historia de la sociedad correntina. Participó de la investigación y reivindicación de los “bandoleros rurales”, al igual que a la promoción constante de debates en los que se buscaba sacar a la luz los orígenes de la correntinidad. Su acción se encaminó desde el principio a unir las cuatro provincias del nordeste en proyectos compartidos que se integraran en circuitos culturales. Su respeto por las tradiciones dio impulso a encuentros, jornadas, congresos, publicaciones y sobre todo a su decidido apoyo a la Ley de Oficialización del Idioma Guaraní.
                Desde su llegada a la provincia en la década del ’80 Lischinsky se vinculó con los círculos literarios de esta parte del país que hizo propia. Un escritor correntino recordaba la autodefinición que Lischinsky insistía en pregonar: “Soy más entrerriano que porteño y más correntino que entrerriano”. Entre sus aportes literarios figuran la traducción de numerosas obras (novelas y cuentos) del hebreo al castellano y cientos de cartas de opinión sobre los más diversos temas de gestión cultural y artística. En 1990 la Sociedad Argentina de Escritores –SADE- le otorgó la distinguida “Faja de Honor” y el escritor Mempo Giardinelli le había otorgado otro simbólico honor, ser parte de una Antología de maestros cuentistas.
                Quedan los poemas (ver selección en esta Antología) para seguir leyendo y descifrando la intensidad de Norberto Lischinsky en ese entramado vida-escritura  que nos permite asistir a su compromiso existencial, manifiesto ya tempranamente en este poemario de juventud, Blues del hombre solo. Quedan también sus cuentos reunidos en dos volúmenes: “Antimocitos”, de 1986 y “La señorita Clara y los nuevos Antimocitos” (editorial Marymar), de 1990, más algunos inéditos. Todos ellos se nos ofrecen como huellas para seguir sus pasos, para conocer sus desvelos y su humilde y ferviente tránsito por la vida.  
                Un poema profético, incluido en el poemario citado oficia de corolario a esta semblanza: Norberto habla del fin de la vida, y de las circunstancias que podrían rodear su propia muerte, en el siguiente texto, Estado de emergencia: “ Si tuviera que morir/ si el camino no perdona/ si la esquirla, al fin, me alcanza/ pediría que me tiendan/ con el cielo de un domingo/ en la sombra de los sauces/ ver la arena humedecida/ por las ondas de mi río./ Mínima exigencia/ táctica y peatona/ de morir tranquilo.”
                Creo que el mejor homenaje para alguien que ofreció su vida generosamente y convivió en la convicción de un espíritu democrático y de solidaridad permanente es escuchar la devolución que hacen de su persona los que lo conocieron, sus amigos, sus compañeros de ruta. Palabras que completan esta reseña con la cual quisimos honrar su vida y su obra. Lo que sigue son testimonios aportados por diferentes personas y que se publicaron en medios gráficos y digitales a pocos días de su fallecimiento, acaecido en agosto de 2008 en la ciudad de Buenos Aires, donde sufrió una descompensación cardíaca luego de ser intervenido quirúrgicamente para tratar una penosa y larga dolencia. Su esposa, Beatriz Kunin, con quien había tenido cuatro hijos se desempeñó también como Subsecretaria de Turismo Municipal de Corrientes.